domingo, 20 de abril de 2014

Escribe Juan Larrea... sobre Vallejo/ Neruda:




                       Vaso en mano, Neruda empezó de pronto a reprochar a Vallejo sus convicciones y actitudes, indicándole como quien tuviera autoridad para hacerlo, cómo había que comportarse en aquella circunstancia. Vallejo trató de eludir la querella, pero Neruda insistía tozudamente en sus recriminaciones. Cuando llegaron las cosas a un grado de tensión difícilmente soportable, intervine resueltamente para recordarle a Neruda que él era un novicio en cuestiones marxistas, mientras que Vallejo había estudiado y practicado la materia durante años. Lo más acertado que podía hacer, por tanto, era callarse. Lo hizo así. Pero el caso es que desde entonces, Neruda no se portó bien con Vallejo. Lo acusó públicamente y sin fundamento, de trotskista por el hecho de que a la mujer del peruano se le fuera la lengua con facilidad, cosa que a nadie le era dado evitar por lo anárquico de su equilibrio.  Y lo peor, impidió que se le confiara a Vallejo un trabajo retribuido que le correspondía por muchas razones y que quizá lo hubiera salvado de aquella su lastimosa muerte. A él y a Delia les eché en cara en más de una ocasión que no se dieran cuenta de que Vallejo no se encontraba bien, posiblemente a causa de sus contrariedades y privaciones, y que necesitaba comprensión y ayuda de sus amigos para sobreponerse y hasta para independizarse un tanto de su mujer y mantenerse a flote. Fue inútil. Otra vez volvió a faltarle a Neruda la humana fibra amistosa. Antes de cumplir el año, Vallejo fallecía.

Página 410. Juan Larrea. Angulos de Visión, Edición de Cristóbal Serra. Marginales. Tusquets editores.

Tomado de  http://lagunabrechtiana.blogspot.com.br/

miércoles, 16 de abril de 2014

Querido Juvenal:




Contra lo que señala la crítica canónica;  e incluso interesantes obras de  ficción --tan recientes como las bien documentadas y sugestivas novelas Monsieur Pain (1999) de Roberto Bolaño o Vallejo en los infiernos (2009) de Eduardo González Viaña--, creemos que la clave de Vallejo no es el dolor ni lo más decisivo fue el “infierno” que vivió durante cien días en la cárcel de Trujillo. Acaso sí, más bien, como otra constante, esa suerte de ninguneo y saboteo que sufrió su poesía por obra del poder pequeño primero (Santiago de Chuco, Trujillo, Lima); y luego, aunque a la larga sea el mismo poder, por el inmenso y transnacional del fascismo que en la época se cernía sobre Europa y que, por ejemplo, Bolaño en su novela ubica incluso en la mismísima Clínica Arago --al pie de la cabecera del enfermo y mientras Vallejo padecía, además, de un enigmático hipo--, lugar donde falleciera el poeta.  Temor y persecución a una obra que, en primer lugar, fue elaborada como si no tuviera nada que perder; es decir, no por ingenua o evasiva, sino por carente de cálculo artístico y costo vital.   De este modo la detestó la regalada izquierda (Pablo Neruda) como, obvio, también el fascismo.  Aquella zona obscura --la hiper conciencia del dolor, la traición, el arribismo y la hipocresía-- constituye en Trilce sólo una parte, probablemente la mitad.  La otra mitad es el testimonio de una utopía: gozo y esperanza.  Haciendo la salvedad de que cuando aquellas mitades se ponen en plan de performance, como en el caso de este poemario, el sentido del dolor se invierte y, sin éste desaparecer ni soslayarse en absoluto, lo que prima es la celebración y la dicha.  Trilce es el poemario de un ser henchido e ininterrumpidamente inteligente; o más bien de un  “archipiélago” (Trilce XLVII) y, al mismo tiempo, de una colectividad popular --heterogénea y sabia-- que a través del baile conjura las penas y se reafirma ella misma hacia el futuro. Tal como observa Freud, al cual Vallejo admiraba:
“También el alma colectiva es capaz de dar vida a creaciones espirituales de un orden genial como lo prueban, en primer lugar el idioma, y después los cantos populares, el folklore, etc.  Habría además de precisarse cuánto deben el pensador y el poeta a los estímulos de la masa, y si son realmente algo más que los perfeccionadores de una labor anímica en la que los demás han colaborado simultáneamente” 
Esto último lo supo captar muy bien el autor de Trilce, particularmente en Lima.  Lugar donde se soltó la trenza con la quinceañera Otilia Villanueva Pajares; se modernizó desde el pueblo y la migración interna; se secularizó de todos los provincianismos; y se inmunizó a todo lo que en arte o literatura estuviese meramente de moda.
Trilce, lugar de encuentros más que de exclusiones: mar y lluvia, relato y poesía, marinera y resbalosa, melodrama y vanguardia, kitsch y mito.  Sobre todo si lo seguimos con el oído.   De este modo reivindicamos y apelamos por una nueva generación de críticos con oído; no re-freidores de alguna agenda teórica y metodológica exógena o endógena.  Críticos que, asimismo, sepan bailar.  Que leer Trilce exige despojarnos de nuestras apreciadas disciplinas.  Incluso de nuestro decoro.  Y que es necesario conocer un tanto más el Perú, la amada y odiada Lima de Vallejo, y el léxico local.  Que Trilce no está escrito en francés ni tampoco en runa simi.  Que el más extendido entre aquellos oximorones y también el más íntimo señalan al Sol como comienzo y fin de este  peregrinaje poético.  Que aquel: 'Canta, lluvia, en la costa aún sin mar!', refiere también al de confesar o revelar lo secreto.  Y que es este secreto, precisamente, el que mantiene vivo a este poemario.  La carpintería biográfica, política y sentimental que conocemos del poeta sólo en algo nos puede ayudar a vislumbrar aquello.  Es decir, que dicha carpintería no constituye, por sí misma, la cerradura por donde atraviesa y se entretiene manso el sol en cada una de nuestras lecturas.
Con el abrazo de hermano que tú conoces,

¿Firmo Pedro Granados, firmo César Vallejo, firma el mismísimo Juvenal Agüero?  ¿Desde Foz do Iguaçu, desde Lima, desde a praia do Pântano do Sul de Florianópolis?  ¿Con 57 años, con 20 (de la pura arrechura), con amnesia de la edad?  ¿Fozi Lady es Otilia Villanueva Pajares?  ¿Mi andina y dulce es Rita?  ¿Una colega de la Universidad es Georgette? 


(Fragmento de "!Fozy Lady!", nueva novela breve de Pedro Granados)