martes, 3 de mayo de 2016

VASINFIN, en homenaje a Henrique Urbano (1938-2014)



           
En la página No 76 --nota al pie-- de nuestro libro reciente, Trilce: húmeros para bailar (Lima: VASINFIN), decíamos de Trilce en relación con el mito de Inkarrí:
“Lugar no es éste para desplegar y debatir, puntualmente, los múltiples puntos de vista sobre este mito.  Donde seguramente cabría distinguir, junto con Takahiro Kato, entre un Inkarrí de los años 50 (José María Arguedas y Efraín Morote) de otro de los 70 (Pease, Ossio, Ortiz Rescaniere) e incluso otro de los 80 (Enrique Urbano) [sobre todo su “Inkarrí antes y después de los antropólogos”, 1987].  Tampoco para ventilar las polémicas como, por ejemplo: Alberto Flores Galindo-  Carlos Ivan Degregori; entre una lectura de Inkarrí por parte de una izquierda “oficial” y otra acaso decididamente “senderista”, e incluso la participación en este debate del mismo Mario Vargas Llosa con su La utopía arcaica (1997)”  (Granados 2014: 76) 

Pero ahora, al leer el excelente artículo de Fernando Armas Asín (“Sobre trickster y héroes andinos.  Los aportes de Henrique Urbano al estudio de la tradición mítica andina”), en el volumen dedicado a este finado estudioso y sacerdote dominico portugués (Historia y cultura en el mundo andino: Homenaje a Henrique Urbano) y presentado la semana pasada en la USMP, nos percatamos --sin esconder la alegría-- que no andábamos tan descaminados:
“a Urbano hay que ubicarlo en el contexto de renovación de los estudios sobre el pasado andino [en particular, los trabajos sobre Viracocha] que, junto con Pierre Duviols, César Itier o Gerald Taylor, entendieron, desde diferentes perspectivas, que había que superar los enfoques discursivos tradicionales [Julio C. Tello, John H. Rowe, Franklin Pease, Arthur Demarest, María Rostworowski, Manuel Marzal, Jan Szemininski, etc.], que a pesar de los loables esfuerzos realizados habían terminado leyendo a las crónicas bajo la perspectiva católica previa.  Así el Dios Creador y Único andino, el hacedor de todas las cosas, de la nada, y ordenador de la tierra, que a veces ciertas crónicas incluso lo grafican vestido de atuendo blanco y con cayado en la mano […] olía a catequética cristiana, a construcción discursiva del mundo colonial naciente del siglo XVI.  Si se quería conocer el mundo sagrado andino prehispánico había que superar esa perspectiva” (32)  

Ya que en nuestro libro de 2014, luego de encontrado un consistente y persuasivo repertorio solar --es más, toda una acabada versión de Inkarrí que se adelanta en tres décadas a las primeras recolecciones del mito por Óscar Núñez del Prado y José María Arguedas a mediados de los años 50--,  Trilce sería un espacio mítico de máxima concentración y contracción sintácticas de ese exceso metonímico en que, a modo de un indigenismo minimalista incluyente, no se produce sentido, más sí un territorio de posibilidades que enlaza las alteridades (mapeado por la tendencia de los pueblos amerindios a la incorporación barroquizante de lo exógeno asimétrico).  Las “Nostalgias imperiales” (Los heraldos negros), su Trilce hasta, por ejemplo, su “Piedra cansada” (drama de 1937) serían un mismo mito expuesto por César Vallejo de modo minimalista, con la opacidad característica de la poesía y con vocación incluyente siempre.  De lo afro-limeño, primero, y después de las etapas iluminista y revolucionaria de su experiencia europea: francesa y soviética, respectivamente.
            Es decir, en tanto que no se puede estudiar Inkarrí (“Cri-sol”) sin tener en cuenta a Viracocha y sin integrar, simultáneamente,  al Dios cristiano.  Y, según Armas, en tanto las crónicas desvían más bien nuestro conocimiento del “mundo sagrado andino”; ergo, probemos con la poesía, aunque esta sea contemporánea.  Y hagámonos, por lo tanto, de un archivo, sensibilidad (entre el mundo académico) y de una metodología o metodologías para abordar este estudio con éxito.

            Desde este artículo de Fernando Armas Asín (aquello del “trickster”), al menos una cosa queda clara respecto, sino tanto a su poesía, sí a la persona misma  de César Vallejo.  Acaso uno de los perfiles más sugerentes y no menos persuasivos, del nacido en Santiago de Chuco, se lo debemos a Guido Podestá, citamos:
“Salvo los discursos que se pronuncian en su entierro, el retrato que le esculpe José Drecrefft, las pocas fotografías en las que aparece, y los testimonios de quienes fueron sus amigos, no hay memoria de quien es ahora uno de los poetas latinoamericanos más importantes.  El dibujo que hace Picasso de Vallejo es un tributo póstumo.  Sólo se puede conjeturar sobre la imagen que tienen los demás de él.  El poeta del que han leído poco o nada.  El cronista que los entrevista o los explica a veces con poco o demasiado aprecio.  El peruano que tiene cachuelos por empleo.  El que sueña con la revista propia.  El becario del gobierno español que no asiste a clases y hace agitados viajes a España.  El propagandista del indigenismo o del gobierno peruano.  El materialista que aún en 1929 le pide a su hermano que le mande a decir misa al santo de su pueblo porque le ha pedido que le “saque de un asunto”.  El periodista que fue a Rusia como free-lance.  El activista que deporta el gobierno francés.  El escritor ignorado por la Revista de Occidente y La Gaceta Literaria.  El dramaturgo que Camila Quiroga y Louis Jouvet rechazan.  El marido de la “hija de concierge” como la llama Neruda a Georgette Phillipart.  El “criollo” que maquina fraudes con los que engaña a dos gobiernos.  El métèque que no paga el alquiler.  El “cholo” que vive en París y cuyo regreso al Perú nadie toma en serio.  La encarnación del pathos.  El “zorrillo” de Montparnasse.  ¿Cuál sería la palabra usada por latinoamericanos para referirse a quienes como él tenían como acreedores a sus amigos?  ¿Cuál retrato hubieran preferido o preferían quienes lo conocieron: el de la escultura de Joseph Decrefft o el de las caricaturas de Toño Salazar?” (1994, Desde Lutecia.  Anacronismo y modernidad en los escritos teatrales de César Vallejo.  Berkeley, CA: Latinoamericana Editores. 20-21)

Creemos que aquella palabra sería, intentando responder a Podestá, precisamente la de “trickster”, leemos en https://pt.wikipedia.org/wiki/Trickster:
            "Trickster (malandro)
Mircea Eliade mostra que o Malandro, por sua característica de burlar os limites, é frequentemente andrógino (masculino e feminino ao mesmo tempo - o que não se equivale a homossexualismo), como o Shiva indiano
Para Jung, tal simbolismo se refere à harmonização psíquica de Animus e Anima (imagens internas da Psiquê para masculino e feminino), dinâmica importante no processo de individuação.
A dualidade também se apresenta como uma espécie e "ambiguidade" que lhe é característica.
Na cultura de massa de origem norte-americana, são expressões do trickster: o Pernalonga, o Pica Pau e O Máscara"

Alguna vez, hace no muchos años y luego de alguna consulta puntual vía
telefónica, Elsa Villanueva  --Las palabras de Trilce (1989)-- me refirió y me cedió la primicia siguiente para que yo acaso la investigara: “-Vallejo cojeaba”.  Quedé intrigado y algo desconcertado.  Y en la primera ocasión que me encontré con un familiar de César Vallejo, aproveché para preguntar y me contestó: “-Sí, cojeaba cuando iba borracho”.


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