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miércoles, 5 de enero de 2011

Vallejo: Dressing room (VIDEO)/ Stephen Hart (con el micrófono en la foto)



!!Hola Pedro!!

!!Feliz año nuevo!! Te deseo lo mejor para 2011. Te felicito por tu blog que es tan interesante,tan variado, en fin tan poético.... Te mando el enlace para otro corto [el anterior, Stumbling between 46 stars] que hice sobre Vallejo; se trata de Dressing-Room, una obra de teatro que existe, como sabrás, en cuatro versiones -- qué se yo? posiblemente hay más. Pero me inspiré en estas cuatro versiones, que realmente son borradores más que teatro en sí. Y hice un corto, anadiendo el personaje de Vallejo en el drama, como si estuviera luchando contra Charlie Chaplin. Leyendo las poesías de Vallejo, me di cuenta de que Vallejo se identificaba mucho con Chaplin, y lo veía como un ícono del mundo moderno, del hombre desgraciado, de un capitalismo venido a menos... En la version del drama es Chaplin quien lucha contra sí mismo, y lo converti en una lucha entre Chaplin y Vallejo; porque entendí la proyeccion de Chaplin en las poesías de Vallejo como una proyección de si mismo. Lo filmé en Londres y en París; se reconstruye un viaje desde el hotel donde vivió Vallejo en la rue Moliere hasta su tumba en Montparnasse, y hay también la quizás inevitable alusión al film de Chaplin, The Idle Class. Dime lo que te parece. El film dura seis minutos, y se puede ver aqui

http://www.vimeo.com/15631864

un abrazo desde Londres
Stephen

jueves, 14 de octubre de 2010

Vallejo según Granados: Un pañuelo extraordinariamente elocuente/ Carlos Eduardo Quenaya


Vallejo sin fronteras (Arcadia/Espacio Cultura Editores, 2010) reúne 10 textos que son la prolongación de una propuesta crítica ejercida con tanto fervor como perspicacia. La preocupación crítica de Granados, es cierto, es la poesía. En particular –leemos en la contratapa del libro que reseñamos– la poesía hispana reciente.

Ya se sabe que Vallejo es el mayor poeta peruano del siglo XX. ¿Qué de nuevo, pues, ha de añadir este libro a la copiosa y proliferante lista de estudios sobre el autor de Santiago de Chuco? Creo que una respuesta posible se encuentra en el artículo Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana. En este texto, Granados se propone, ni más ni menos, que leer Trilce en clave de marinera limeña, es decir, desde el contexto de la modernización de Lima (años 20) y la gravitación de la clase proletaria… en específico desde la quinta o el callejón donde los obreros (…) celebraban la vida con aquel ritmo de raíz afro-peruana, puntualiza el autor. Este artículo, siendo tal vez el más audaz y personal de Vallejo sin fronteras, puede ser también el hilo conductor hacia los demás textos del libro.

Invocando, primero, a los datos biográficos que le debemos a Juan Espejo Asturrizaga, Granados plantea la posibilidad de que algo más de las dos terceras partes de Trilce se hayan escrito en Lima. Así, el contexto vital del poeta sería un primer factor –hipotético, es claro– para sugerir que la bohemia, la música criolla y el medio popular limeño constituirían la clave del enigmático poemario de Vallejo. El segundo argumento se refiere al título que, en opinión de Granados, aludiría al estribillo de una marinera de capricho limeña (La Tirana). Pero La Tirana de Vallejo, la trílcica, no sería más una alusión a España, sino al Perú. El tercer argumento del artículo se concentra en el análisis del poema XXXVII de Trilce. Este poema reproduce con bastante claridad una escena de cortejo, teniendo como telón de fondo una marinera y el consiguiente juego erótico y sexual. Granados afirma, finalmente, que el artículo es un esbozo de un proyecto en el que se lea todo Trilce en clave de jarana limeña, es decir, en cuanto evento oral, musical y corporal. Ésta es, a nuestro parecer, la gran apuesta de Granados, el elocuente pañuelo que inspira su lectura y –es oportuno decirlo– buena parte su escritura poética.

En el artículo que inicia el libro –Mujer fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo– el autor indaga en los diversos hitos de la alteridad femenina de la poética de Vallejo. Citando a Alan Smith Soto, Pedro Granados sostiene: Trilce XIII manifiesta un lenguaje erótico que invoca a la vez el cuerpo físico y el alcance simbólico del mismo. En la tradición erótica de la poesía mística y el renacimiento neoplatónico y pitagórico, Vallejo convierte su voz nueva en tema de su propio decir.

Apuesta firme por el erotismo que supone, a su vez, la necesidad de rescatar para la vida el solaz del deseo y el humor. Podemos constatarlo leyendo otro fragmento, esta vez a propósito de Roque Dalton: …el humor de Roque Dalton, en su poesía, constituye para nosotros su logro mayor o hazaña más memorable y, en absoluto, refleja un yo poético diletante. Nos revela, más bien, una voz poética centrada y orientada en la conquista de sus objetivos: la liberación de su pueblo. El humor es lo que le permite a Dalton estar siempre disponible –ligero de ortodoxia– al servicio de la revolución. (Compromiso y magia en la poesía de agitación política: el caso de Roque Dalton).

Corporalidad y alegría son, pues, ingredientes indispensables para la convicción de que la poesía no puede –¿cómo podría?– ser solamente literatura. La búsqueda de la palabra lúcida y festiva, creemos, llevó a Pedro Granados a descubrir la poesía de República Dominicana. En El Taller Literario César Vallejo en la República Dominicana, Granados continúa explorando la poesía que actualmente se escribe en este país caribeño, acompañado de un personalísimo fervor por sus circunstancias y su gente.

Vallejo sin fronteras incluye también un artículo sobre las posibles conexiones y discrepancias estéticas e ideológicas entre Borges y Vallejo. Autores que a su modo representan canteras inagotables para los poetas que, a inicios de este siglo, aprovechan, funden y recrean las propuestas del poeta peruano y del argentino. Redondean el libro algunas reseñas, notas y crónicas que complementan la imagen vallejiana y sugieren rutas futuras de investigación.

Aun cuando echamos de menos un cuidado de edición acorde con la solvencia de los textos y las facilidades tecnológicas de nuestros días, estamos de acuerdo en la necesidad de que la obra crítica de Pedro Granados se difunda y, más pronto que tarde, vean la luz trabajos críticos de los que solamente tenemos noticias por dispersas notas en la web: Cinco ensayos deseantes: de Cárcel de amor a la última poesía española; Breve teatro para leer: poesía dominicana; Hitos de una vida continua: La poesía de Javier Sologuren, entre otros.

Estamos seguros de que, una vez visitada convenientemente su labor crítica, Pedro Granados se revelará como uno de nuestros mejores y más audaces lectores de poesía.


Carlos Eduardo Quenaya (Arequipa, 1984)

miércoles, 18 de agosto de 2010

César Vallejo y su derecho a meter la pata (Lima: Editorial Leo, 2010)


Así viene este título, entre jocoso, ponderado y muy amenamente escrito del psiquiatra y reconocido vallejista, Max Silva Tuesta. El suyo es un breve compendio de ensayos y, el último, a su modo una continuación de una reciente novela suya: “La yapa”. Sin embargo, para el asunto que nos convoca, creemos que lo más sabroso y no menos bien documentado, entre todos estos opúsculos, es su hoja clínica respecto a las más de cincuenta erratas (64 en total) que percibe dicho autor en la edición en cuatro volúmenes, por parte del Dr. Ricardo Silva Santisteban, de la Poesía Completa (Lima: PUCP, 1997) de César Vallejo. Reiteramos lo de hoja clínica porque, Max Silva Tuesta, achacará aquellos descuidos de Silva-Santisteban, a que éste se halla entre: “los que no lo quieren bien o de los que se dan el lujo de decir que Vallejo no es santo de su devoción […] Y ahí están los resultados de esa mal querencia: no sólo todo ese torrencial de erratas que he puesto al descubierto, sino ciertos conceptos vertidos sesgadamente refiriéndose al poemario Los heraldos negros” (40). Se refiere el autor de este opúsculo, en esta última demanda, a cierto --creemos justificado-- tufillo de soberbia o flagrante ceguera en el prólogo a dicha Poesía completa que con talante ceñudo Max Silva Tuesta va ventilando, citamos: “En esta primera [etapa] fue bastante haberse elevado de lo ramplón, lo pedestre y lo pomposo a una poesía original, genuina y personal” [Silva Santisteban, Vol.I, p. 64 ].

Sin embargo, entre toda la escrupulosa tabla de erratas por amputación o por sustitución que se publican aquí, el título de “César Vallejo y su derecho a meter la pata” alude a una particularmente sugestiva. Citamos:
“Ricardo Silva-Santisteban, por lo demás, no sólo es teratógrafo. Peca también de faltoso, como cuando, mismo académico de látigo, le increpa a Vallejo por: No saber tildar el adverbio de cantidad ‘mas’ y, más bien, tilda [r] la conjunción adversativa ‘mas’. Aquellos acentos ectópicos se encuentran en Los heraldos negros (1918), es cierto; pero hay otros acentos más importantes que RSS los borró del mapa poético […] Vallejo comienza a acentuar ser (sér) desde su primer poemario”. Y continúa nuestro psiquiatra: “Ante tanto reproche endilgado con tan mala entraña, como el de RSS, César Vallejo tiene que haber escrito este reclamo suyo, cuatro años después en Trilce (1922): sí, pues, su derecho a meter la pata ¡carajo! Lo del carajo es mío, por supuesto” (39).

Y decimos particularmente sugestiva porque pone sobre el tapete, la verdad que toda lectura siempre lo hace, dos modos radicalmente distintos, pero no sé si inconciliables, de acercarse a la poesía del autor de Trilce. Uno supuestamente más académico, aunque pareciera no necesariamente riguroso, donde sobre-imponemos nuestra autoridad o nuestros gustos. Y otro acaso más intuitivo o no profesional que comunica un margen mayor de libertad y un grado más arriba de empatía o fervor con esta obra; pero que, a pesar de asistirle la razón, no deja tampoco de ser soberbio o autoritario. Frutos de nuestra educación en el Perú. En todo caso, pensamos que nadie puede intentar pasarse de listo con Vallejo; no existen lecturas unívocas o unidimensionales de su obra; lo que parece error u omisión, probablemente no lo sea. Y sobre todo, y sin duda para mí, y sobre todos los poetas peruanos de todas las épocas, es el único verdaderamente universal hasta la fecha.